Desde que la domótica llamó a tu puerta, no has hecho más que añadir dispositivos a tu propio ecosistema, todos con sus funciones diferentes y tan necesarios para ti… Que sería una pena no poder explorar todas sus bondades por culpa de la conexión Wi-Fi. ¿También te ha pasado? Aquí tienes la solución.
Lo primero será recolocar el router. ¿Sabes que la mayoría lo hace mal? Debes situarlo en una parte central de la casa y elevado, donde no interfieran muros ni paredes y lejos de otros aparatos electrónicos que interfieran en la señal. ¿Cuántas cumples? Pues esto es solo el principio, contado por Redeszone.
A veces, puedes tener una conexión demasiado débil o, quizá, demasiados dispositivos conectados y todo tiene su límite. Hasta que conozcas los amplificadores (repetidores, PLC, WiFi Mesh…) todo depende de cuál sea tu necesidad. Velocidad, campo de cobertura… piensa en todo y déjate aconsejar, gente como Tu Experto puede guiarte y darte todas las herramientas para que elijas lo mejor.
Lo siguiente será tener todos tus dispositivos actualizados, incluido el router. ¿No lo sabías? También es necesario poner al día el firmware de estos equipos, la mayoría permiten realizarlo con los botones de su carcasa. Y, cómo no, es vital que tengas absolutamente todo protegido con contraseñas y, cuanto más largas, fuertes y complejas, mejor, evitando el cifrado WEP. Mayúsculas, minúsculas, números… ¡Échale imaginación y apúntalo en un lugar inaccesible!
Después, elegirás la banda: 2,4 Ghz, para cuando estés lejos del router o haya interferencias, aunque será más lenta; o 5 Ghz, si te encuentras cerca, porque ofrecerá una mayor velocidad pero la distancia no es lo suyo.
Ahora bien, a veces no te das cuenta de lo mal que funciona tu conexión. Para eso, tendrás que hacer un test de velocidad y salir de dudas. Puede que la culpa no sea de tus dispositivos, sino de la red, ¡dale una oportunidad!
